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¿Por qué Netflix no llega a España?

 

La compañía norteamericana intentó abrirse camino en el mercado español en 2012, pero se encontró con dos palos en las ruedas: la SGAE y las distribuidoras

En plena expansión internacional, Netflix trató, sin éxito, de desembarcar en España en 2012. La empresa con sede en Los Gatos, California apuntó desde un primer momento a la SGAE y las distribuidoras como principales culpables de su fallido paso.

 

Netflix se encontró en España con un panorama diferente al de otros países a los que expandió sus redes. Las gestoras de los derechos de autor como la SGAE piden unas cifras muy elevadas para prestar esos servicios, lo que origina una pérdida de rentabilidad para la empresa que suministra el producto si quiere seguir manteniendo unas tarifas competitivas y atractivas para el público. Según datos extraoficiales, hacerse con los derechos de autor de un producto audiovisual en España podría costar entre el doble y el triple que en Francia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mapa de países donde opera Netflix

 

El otro obstáculo con el que se encuentran los videoclubs online en España son las distribuidoras. La empresa Wuaki denunció ese mismo año que las empresas distribuidoras obligan a las plataformas a seguir las “ventanas de distribuición” impuestas desde Hollywood. Estas obligan a ofrecer títulos obsoletos y poco atractivos si los videoclubs online entran en la modalidad de tarifa plana y estrenos a precios lejanos a lo que un consumidor está dispuesto a pagar.

 

Falta de cultura de pago

 

Los aspectos legales son una parte importante del problema, aunque no la única. En España hay una cultura muy marcada de no pagar por los productos de Internet. Pasa con las películas, las series, los videojuegos, la música o la prensa. Bien es cierto que, de flexibilizar los parámetros para incentivar la creación de plataformas de calidad y a precio razonable la tendencia cambiaría. No obstante, el usuario sabe que, en plataformas como Netflix, el producto que se ofrece es de la máxima calidad posible: alta definición, sin cortes y sin verse asediado por interminables banners de publicidad, cosa que no siempre se da en servidores streaming gratuitos.

 

Los videoclubs online dependen mucho de la legislación vigente en cada país. Lo que en algunos es posible, en otros resulta totalmente implanteable por la cerrazón de los legisladores, que piensan más en el beneficio propio que en el bien del espectador. Mientras tanto, los usuarios se encuentran con que, por un lado, tienen la opción de ver online totalmente gratis, aunque en dudosa calidad, casi cualquier película o serie que existe, pero hay poca oferta, y con un catálogo muy reducido de productos de pago en alta calidad.

 

El nicho de mercado puede que, hoy en día, no sea muy elevado. Aun así, hay que desterrar el tópico de que en la cultura española pagar por productos online es una utopía. Se ve claro en el mapa expuesto más arriba. Netflix opera en toda Latinoamérica, donde la mentalidad no es tan diferente a la española. Además, se trata de un mercado que se está abriendo paso a marchas forzadas, sin antecedentes, por lo que, es normal que exista cierta incertidumbre en un principio.

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